7/13/2016 Mal agudo de montaña a 3.500 y 4.250 m: Un estudio de la incidencia y severidad de la sintomatologíaRead NowAcute mountain sickness at 3500 and 4250 m. A study of symptom Incidence and severity Manuel Vargas D, Jorge Osorio F1, Daniel Jiménez E, Fernando Moraga C2, Margarita Sepúlveda D3, José Del Solar H, Cristián Hudson M2, Guillermo Cortés M2, Angélica León L3. Background: Acute Mountain Sickness (AMS) refers to signs and symptoms associated with hypobaric hypoxia. Its reported incidence is highly variable. Aim: To determine the incidence of AMS symptoms and severity at 3,500 and 4,250 m above sea level. Subjects and methods: A population of 362 soldiers without former exposure to altitude was studied. AMS symptoms, were assessed by an extensively used standard questionnaire (Lake Louise), applied 36-72 hours after exposure to high altitude. Results: A group of 200 recruits ascended to Putre (3,500 m) and a second group (162) ascended to Alto Pacollo (4,250 m). The incidence of AMS was 28% and 60% respectively (p<0.05). Headaches and sleeping difficulties were the most frequent symptoms at both altitudes. Furthermore, severe digestive problems and dizziness were described in a high proportion of individuals at both 3,500 and 4,250 m. Conclusions: The prevalence of AMS in this study is similar to that reported elsewhere at equivalent altitudes (Rev Méd Chile 2001; 129: 166-72). (Key-words: Altitude sickness; Anoxia; Mountaneering). Recibido 1 marzo, 1999. Aceptado en versión corregida 28 noviembre, 2000 Centro de Investigación en Medicina de Altura (CIMA), Mutual de Seguridad, C.CH.C., Iquique. Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi CMDIC, Iquique, Chile. 1 Profesor Educación Física 2 Biólogo 3 Enfermera. La primera descripción del malestar asociado al ascenso a la altura fue realizada en nuestro continente en 1590 por el padre jesuita José de Acosta, quién al cruzar la cuesta de Pariaca en los Andes Peruanos (4.800 m), describe los diversos trastornos que acontecen a los hombres y animales atribuibles "a lo sutil del aire"1. Sin embargo, una descripción más clínica y fisiológica sobre mal agudo de montaña (MAM), fue hecha por Ravenhill2en 1907, mientras trabajaba para una compañía minera en el norte de Chile a una altitud de 4.700 m. Su descripción de la puna corresponde a la sintomatología del MAM simple o benigno que aparece en la mayoría de la gente que asciende a la altitud. En la actualidad, el MAM se define por un conjunto de síntomas y signos como: cefalea, fatiga o laxitud, falta de aire al realizar ejercicio, pérdida del apetito, náuseas, vómitos, disminución del volumen urinario, dificultad para dormir y respiraciones irregulares durante el sueño; los cuales aparecen después de las 4-8 h de haber llegado a la altura, pudiendo aparecer incluso hasta las 96 h3,4. La posibilidad de desarrollar MAM depende de la susceptibilidad individual, la velocidad de ascenso, la altitud alcanzada y el tiempo de permanencia en ella. Se han realizado varios estudios de incidencia en sujetos que ascendían a distintas altitudes, en general, a mayor altitud, la incidencia de MAM es mayor3-5. Sin embargo, se han encontrado algunas diferencias para altitudes similares, las que se pueden explicar por el uso de diferentes cuestionarios de evaluación del mal agudo de montaña. Con este objetivo el Comité de Consenso en Lake-Louise6, acordó utilizar un cuestionario estándar para evaluar la severidad de los signos y síntomas, y hacer comparables las poblaciones de estudio y ampliar los conocimientos sobre la incidencia y sintomatología del MAM. Siendo Chile un país montañoso, es cada vez mayor el número de personas que se exponen a la altura de sus montañas como mineros, militares, andinistas, turistas, transportistas y funcionarios públicos. Desde hace varios años se han realizado en nuestro país valiosas experiencias sobre la respuesta biológica del ser humano a la altitud7-11. Entre ellas se encuentra un estudio sobre MAM en un grupo de 147 mineros que trabajaban a 4.000 m de altitud, en donde el 24% de los sujetos presentaron signos y síntomas atribuibles al MAM7, desconociéndose información acerca de la posible exposición previa a la altura. Considerando estos antecedentes, los objetivos de nuestro trabajo fueron determinar la incidencia de MAM a dos diferentes alturas y establecer la incidencia y severidad de la sintomatología del MAM, en un grupo de soldados conscriptos de una misma condición etaria, sin antecedentes de exposición previa a la altura y que ascendieron en un corto lapso de tiempo a 3.500 y 4.250 m. MATERIAL Y MÉTODO Población. Correspondió a soldados conscriptos chilenos que iniciaban su servicio militar en los regimientos Granaderos, ubicado en Putre a 3.500 m de altura, y Huamachuco, ubicado en Alto Pacollo a 4.250 m de altura. Todos fueron transportados por vía terrestre en buses desde el nivel del mar hasta Putre y Alto Pacollo, demorándose en alcanzar dichas altitudes, alrededor de 3 y 3 h y media respectivamente. Se evaluaron 362 soldados de 18 años de edad, sanos y sin antecedentes de exposición previa a la altitud sobre los 2.000 m. Cuestionario. Se utilizó el cuestionario de autoevaluación de MAM del consenso de Lake-Louise6, que debía ser contestado por el soldado, luego de ser proporcionado por un paramédico en sus respectivos policlínicos ubicados en las localidades descritas, al momento de presentarse a su control clínico. Está descrito en literatura que la sintomatología de MAM se presenta desde las 6 a 12 h de llegada a la altitud, con un máximo de síntomas hasta las 48 h de haberla alcanzado3 y también existen referencias de que es posible encontrar síntomas hasta las 96 h en altitudes por sobre los 4000 m4. En el caso del regimiento Granaderos, los cuestionarios fueron proporcionados a las 24 y 36 h después de haber llegado a la altitud. El cuestionario fue contestado por 200 soldados conscriptos. En el caso del regimiento Huamachuco el cuestionario fue respondido por 162 soldados conscriptos encuestados que lo contestaron hasta las 72 h de haber llegado a la altitud. Determinación de MAM e incidencia y criterio de clasificación de severidad. Para determinar la incidencia del MAM se utilizó el cuestionario de Lake-Louise6. El cuestionario basa su evaluación en la cuantificación de 5 ítemes sintomáticos: cefaleas, molestias digestivas, fatiga o debilidad, mareos y dificultad para dormir. Cada ítem evalúa la magnitud del síntoma con una puntuación proporcional al grado de severidad, así: 0 sin síntomas; 1 es leve; 2 es moderado y 3 es severo e incapacitante, siendo por lo tanto el puntaje mínimo 0 y el máximo 15. Criterios de clasificación. Se consideró MAM (-): sin enfermedad, con una sumatoria de puntaje ≤ 3 puntos. MAM (+): enfermo con un puntaje ≥ 4 puntos. Sin embargo, también se incluyó en la categoría de enfermo MAM (+) aquel que había alcanzado una puntuación de 3 puntos sólo por un síntoma, vale decir cuando lo discapacitaba para efectuar sus funciones. Se subclasificó como leve-moderado con una puntuación entre 4 y 7 puntos; y severo con una puntuación sobre 8 puntos. Análisis estadístico. Los resultados fueron expresados como porcentajes de los grupos MAM-, MAM+ (leve-moderado y severo) de las poblaciones de Putre (3.500 m) y Alto Pacollo (4.250 m). Las diferencias observadas entre las poblaciones, fueron determinadas por medio de la prueba de proporciones, considerándose una diferencia significativa cuando el valor p fue menor que 0,05 (Statistica, Statsoft). RESULTADOS Incidencia de MAM a 3.500 y 4.250 m. En el grupo de 200 soldados conscriptos expuestos a una altitud de 3.500 m (Putre), la incidencia de MAM fue de 28%; es decir, 55 sujetos presentaron sintomatología (Figura 1). Al evaluar la incidencia en el grupo de 162 sujetos expuestos a 4.250 m (Alto Pacollo), se encontró una incidencia de 60%; es decir, 97 sujetos presentaron sintomatología de MAM (Figura 1). Al comparar los porcentajes de incidencia de MAM entre ambas altitudes (3.500 y 4.250 m), podemos observar que éstas fueron distintas (p<0,05) (Figura 1). FIGURA 1. Comparación de la incidencia de MAM a 3.500 m (n= 200) y 4.250 m (n= 162) (* p<0,05).Sintomatología asociada al MAM a 3.500 y 4.250m. La incidencia del síntoma fatiga a 4.250 m fue de 90% en comparación con una incidencia de 67% a 3.500 m, (p<0,05) (Figura 2). Lo mismo ocurrió con el síntoma mal dormir, con 93% de incidencia a 4.250 m y 85% a 3.500 m (p<0,05) (Figura 2). En cambio, la incidencia de los síntomas tales como dolor de cabeza, molestias digestivas y mareos, presentaron valores semejantes en ambas altitudes sin significación estadística (Tabla 1). FIGURA 2. Incidencia de los síntomas en individuos con mal agudo de montaña. *p<0,05, 4.250 m (n= 162) vs 3.500 m (n= 200). Cuando se relaciona el porcentaje de incidencia de la sintomatología versus la subclasificación de MAM leve-moderado y severo, podemos observar que para los 3.500 m los síntomas leve-moderado que presentaron un mayor porcentaje de incidencia fueron dolor de cabeza y mal dormir, y los síntomas severos que presentaron un mayor porcentaje de incidencia fueron dolor de cabeza, mareos y mal dormir (Tabla 2). Por otra parte, a 4.250 m los síntomas leve-moderado con mayor incidencia fueron dolor de cabeza, mal dormir y fatiga, y los síntomas severos con mayor incidencia fueron dolor de cabeza, mal dormir y molestias digestivas (Tabla 2). En cuanto a los síntomas molestias digestivas y mareos hubo una diferencia significativa entre las subcategoría leve-moderada y la subcategoría severa, tanto a 3.500 m como a 4.250 m de altitud (Tabla 2). Más aún, los síntomas fatiga y mal dormir en la subcategoría leve-moderada, tuvieron una mayor incidencia a 4.250 m que a 3.500 m sobre el nivel del mar (Tabla 2). Finalmente, los síntomas molestias digestivas y mal dormir en la subcategoría de severo, presentaron una incidencia mayor a 4.250 que a 3.500 m de altitud (Tabla 2). DISCUSIÓN Incidencia de MAM a 3.500 y 4.250 m. En dos grupos con una misma condición etaria, expuesta a dos alturas Putre 3.500 y Alto Pacollo 4.250 m, se observó que mientras mayor es la altitud, mayor es la incidencia de MAM. Esta tendencia es similar a lo observado en diferentes estudios3-5,12-16. Al respecto, Richalet y Rathat16correlacionaron la incidencia de MAM de distintos trabajos realizados a distintas alturas encontrando una tendencia exponencial. Al comparar nuestros resultados para una altitud de 3.500 m, observamos que nuestros datos están dentro de la curva descrita; sin embargo, para los 4.250 m nuestros datos están por sobre lo estimado. Variados estudios han reportado diferencias en la incidencia de MAM para una misma altura. Estas diferencias pueden ser atribuidas al uso de distintos tipos de cuestionario. Al respecto, existe una gran variabilidad en los valores de incidencia de MAM reportados para altitudes que fluctúan entre los 4.000 y 4.500 m. Existen estudios que demuestran que para tal nivel de altura la incidencia de MAM oscila entre 43%3 y 83%17, y por otra parte existen autores que señalan que la incidencia de MAM es mayor en poblaciones más jóvenes3. Estos antecedentes apoyan los resultados obtenidos en nuestra muestra evaluada a 4.250 m. También los diferentes estudios coinciden que el cuestionario del consenso de Lake-Louise, es simple y fácil de aplicar para poblaciones que ascienden por sobre los 3.000 m. Existe una serie de factores que se relacionan con la mayor incidencia de MAM, como la altura alcanzada, la velocidad de ascenso, la susceptibilidad individual y la aclimatación previa3-5. En un estudio de Hackett et al3 se puede reconocer la importancia de la relación entre la permanencia previa en la altitud y la velocidad de ascenso sobre la incidencia MAM para una altura 4.243 m. Así 117 escaladores ascendieron desde Kathmandu (1.300 m), tardando 13 días en llegar a Lukla ubicada a 2.800 m y desde allí ascendieron a Periche ubicada a 4243 m demorando 4 días más, y se encontró una incidencia de MAM de 42%. En cambio, hubo otro grupo de 161 excursionistas que arribaron a Lukla por vía aérea; es decir, con ascenso rápido y sin permanencia previa en la altitud, este mismo grupo posteriormente ascendió en 4 días a Periche, y en esta oportunidad presentaron una incidencia de MAM del 60%, valor semejante al reportado en nuestro estudio, en el que los sujetos sin tener permanencia previa en la altura, ascendieron directamente en sólo 3-4 h a la altitud. Dentro de los factores descritos por Hackett et al3, la experiencia de ascensos previos a la altitud, puede influir en la incidencia de MAM. Así Maggiorini et al18, reportaron en una población de escaladores expuestos a distintas alturas 2.850-3.050 y 3.650-4.559 m, una incidencia de 9-13 y 34-54%, respectivamente. Esta incidencia es menor al 60% encontrado por nuestro estudio, lo que se podría explicar por la mayor velocidad de ascenso en nuestro estudio, ya que los soldados eran transportados en buses, desde el nivel del mar hasta los 4.250 m, en sólo 3 a 4 h, y además sin antecedentes de exposición previa a altitudes superiores a 2.000 m. Sintomatología y severidad de MAM. Nuestros resultados mostraron que el porcentaje de ocurrencia en los síntomas como cefalea, dificultad para dormir, fatigabilidad y alteraciones digestivas aumenta claramente con el nivel de altitud alcanzada. Los síntomas como cefalea y dificultad para dormir mostraron el mayor porcentaje de ocurrencia en ambas altitudes3. Así, varios estudios han demostrado que tanto la cefalea como la dificultad para dormir son los síntomas que presentan un porcentaje mayor de ocurrencia en los sujetos que se exponen a altitudes superiores a 2.400 m. Honigman et al19 informaron una incidencia de 25% de MAM en una muestra de 3158 sujetos expuestos en forma aguda a 3.000 m siendo los síntomas más prevalentes la cefalea presente en 62% de los casos y dificultad para dormir en 31%. Por otro lado, un estudio realizado en niños entre los 9 y 14 años15 arrojó un porcentaje de ocurrencia para cefalea de 48% y de dificultad para dormir de 21%. Como se pudo observar, la cefalea es el más común de los síntomas que aparecen con la exposición a la altitud. En el estudio de Hackett y Rennie5 se encontró que el 65% de los sujetos estudiados presentó cefalea. Su severidad puede variar desde un síntoma menor a uno incapacitante. Si este dolor desaparece con el reposo, con algún analgésico o durante el sueño de la noche, entonces, se trataría de una cefalea de poca trascendencia. En cambio, si la cefalea se desarrolla durante el sueño y aparece en la mañana al despertar, o el individuo se despierta con dolor, se debe probablemente a la altitud. Más aún, cuando esta cefalea no desaparece con el analgésico y está aún presente después de una segunda noche de descanso, debe ser tomada con mucha precaución. Tal tipo de cefalea aún siendo un síntoma aislado, puede ser suficiente para detener el ascenso y/o descender al sujeto que lo padece, por el riesgo de un eventual edema cerebral20. En nuestro estudio, los síntomas como cefalea y dificultad para dormir, presentaron la más alta ocurrencia, los cuales presentan una alta similitud con lo comunicado por la literatura3,5,15. Con relación al aumento en la percepción de los síntomas molestias digestivas y mareos para ambas altitudes, es poca la información que se conoce al respecto. Sin embargo, porcentualmente los valores encontrados en nuestro estudio fueron similares a lo previamente publicado5,15. Más aún, debemos destacar un aumento en la incidencia de los síntomas molestias digestivas y mareos que de una condición leve-moderado a 3.500 m se transforma en severa a 4.250 m. También aumenta la incidencia de los síntomas molestias digestivas y mal dormir para una condición severa cuando se asciende de 3.500 a 4.250 m. Estos valores pueden ser de gran interés, por no existir información con respecto al grado de percepción de los síntomas para distintas altitudes. En conclusión, este estudio prospectivo de mal agudo de montaña (MAM), en una población del mismo grupo etáreo ha reportado una incidencia de MAM de 28%, en un grupo de 200 reclutas expuestos a 3.500 m (Putre) y de 60%, en un grupo de 162 reclutas expuestos a 4.250 m (Alto Pacollo). Por otro lado, se ha podido corroborar que los porcentajes de ocurrencia de los síntomas cefaleas y dificultad para dormir, en ambas altitudes, son semejantes a los descritos por la literatura. Finalmente, la incidencia de los síntomas molestias digestivas y mal dormir se exacerban a alturas mayores. Correspondencia a: Manuel Vargas Donoso, Orella 769, Iquique, Chile. E-mail: [email protected] Agradecimientos: Deseamos expresar nuestros sinceros agradecimientos a la Dirección de Instrucción de Ejército como asimismo a los reclutas de los regimientos Granadero (Putre) y Huamachuco (Alto Pacollo) por su colaboración para el desarrollo de este estudio. REFERENCIAS 1. Acosta I. DE. 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