CHARLES DARWIN
Aspecto de Darwin, a 5 años de su paso por Mendoza. Portaretrato de George RICHMOND (1840). Acuarela y tiza sobre papel. Cuántas veces los colores de la historia, a lo largo de la vida de Cuyo, nos han premiado dándole al paisaje y a nuestro quehacer diario, pinceladas de personajes famosos e ilustres. http://huellascuyanas.blogspot.com.ar/2016/03/darwin-en-mendoza.html Lamentablemente esos cuadros de genialidades que pasaron y exhibimos en la Galería de la Cotidianidad, con los años, se van desluciendo en la Pinacoteca del Olvido. Enrique Guerrero (Apuntes del Camino). CHARLES DARWIN: Senderista de la Ciencia y la Historia. El 18 de marzo de 1835, Darwin ingresó a Mendoza a lomo de mula, por el Paso Internacional Portillo de (1)Piuquenes, entre San Gabriel (Chile) y Tunuyán (Argentina). Extraído de una mapa de 1865 - PASO DEL PORTILLO DE PIUQUENES "Provincia de Mendoza de la Araucania". Sendero transitado históricamente por huarpes, misioneros,baqueanos, una columna del Ejército Libertador de América, al mando del Cap. José León Lemos y hasta el mismo Gral San Martína su regreso a la patria. Lo hizo con la idea de regresar a Chile, saliendo de la ciudad de Mendoza por el PASO DE LA CUMBRE, la antigua Ruta 7 que pasaba por Villavicencio). Traza del antiguo PASO DE LA CUMBRE, Mendoza-Chile (Mapa de 1865). Todos los estudios geológicos que realizó a su paso por Mendoza, fueron registrados en su Diario y posteriormente publicados en otra de sus grandes obras: El VIAJE DEL BEAGLE, observaciones geológicas en Sudamérica (1846). Mantenía una fluída correspondencia con su profesor, John StevensHenslow de Cambridge. El 29 de marzo de 1835, Darwin partió de nuestra ciudad, en un viaje que lo llevaría a Chile y posteriormente a Perú y Galápagosa bordo del HMS Beagle. El HMS BEAGLE. Página del Diario de Conrad Martens durante el viaje (1833-1835). (Cambridge University Library). LAS HUELLAS DE DARWIN EN MENDOZA¡Tres paradas significativas! En su viaje de retorno por el Paso de la Cumbre, en una lentatravesía con mulas, realizó paradas prolongadas para registrar sus observaciones de Los Andes. Una de ellas, fue en Agua de la Zorra (Paramillos), hoy sitio histórico de interés científico internacional, por el bosque petrificado y las Ruinas de las Minas Jesuitas de Paramillos (están aquí). Localización de la araucaria y la placa recordatoria que colocó el CONICET y la UNC el 12/02/2009, bicentenario de su nacimiento. Ubicación de la Placa Recordatoria a Darwin y Bosque Petrificado: Lat: 32°28'38.31"S Long: 69° 9'8.38"O El Bosque Petrificado de Darwin Cavidad donde había una araucaria petrificada, registrada por Darwin... Darwin estuvo en el áreados días para estudiar su geología. En el Diario, se explaya sobre la historia del lugar. "Estos fueron árboles petrificados, once silicificados y 30 a 40 convertidos en carbonatos calcáreos blancos gruesamente cristalizados”. … "Vi el lugar donde un grupo de finos árboles una vez ondularon sus ramas sobre lascostas del Atlántico, cuando el océano, ahora retirado 700 millas, vino al pie de los Andes..." Placa del CONICET - UNC, que recuerda su paso por el lugar. En marzo de 1835, encontró el primer bosque fósil de América del Sur, formado hace 230 millones de años. Esta humilde placarecordando el paso de Darwin por el lugar, es lo que queda del Bosque de Darwin, en Paramillo. Los Puquios y Paramillo de Las Cuevas La ruta seguida por Darwin para cruzar la cordillera, era en aquella época, la principal ruta de transporte entre Argentina y Chile. Ruinas la Casucha Real "Paramillo de Las Cuevas". Entre 1765 y 1774, cuandoMendoza pertenecía a laCapitanía de Chile, por orden del gobierno español, se construyeron una serie de refugios para uso delCorreo Real, conocidos como LasCasuchas del Rey (están aquí). En la de (2) Puquios o Caracoles de las Cuevas, Darwin pasó una noche, durante su travesía a Chilepor el Paso de la Cumbre. Puente del Inca Al respecto menciona en su diario, el 04 de abril de 1835: PUENTE DEL INCA . (Las Heras, MENDOZA). "Desde el río de las Vacas hasta Puente del Inca, el viaje llevó medio día". Si bien no se explaya mucho sobre el lugar, realiza algunos bocetos con estalactitas y en base a sus observaciones geológicas, argumentó sobre el levantamiento de las montañas, la subsidencia de los fondos marinos, el crecimiento lateral y episódico de la cordillera y su asociación con terremotos y actividad volcánica. Reconoció la naturaleza episódica del levantamiento de montañas, y basado en estas premisas, concluyó que los Andes estaban todavía creciendo, dato confirmado por mediciones electrónicas (GPS), efectuadas en la actualidad. Estos bellos caminos y senderos que siguió Charles para ingresar y salir de Mendoza, son un excitante desafío para incursionar, de acuerdo al estado físico de cada uno, en esos días en que la Cordillera de Los Andes nos invita a explorar y redescubrir su naturaleza cambiante. Todas las imágenes son de mi propiedad, salvo que exprese lo contrario y está permitida su difusión o uso, citando la fuente. ¡Me despido con un abrazo y el deseo de buenos senderos en la vida! (1) Piuquén, cauquén guayata o huachua, (del mapuche piuqueñ): es una especie de ave anseriforme de la familia de los patos o gansos (Anatidae), natural de las montañas de los Andes, en Sudamérica. (2)Puquio: (del quechua pujyu), vertiente de agua pura y cristalina. Fuente, manantial. http://huellascuyanas.blogspot.com.ar/2016/03/darwin-en-mendoza.html
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Las sendas olvidadas entre el valle del río Tunuyán y la Laguna del Diamante permiten cabalgar o caminar por sitios ajenos a la presencia humana. El refugio Real de la Cruz es el punto de partida de aventuras en todas las direcciones. domingo, 03 de abril de 2005 El camino de Darwin y las sendas secretas del valle del río Tunuyán “Mi excursión duró sólo 24 días, pero nunca disfruté tan profundamente un período similar”. Hace exactamente 170 años, a fines de marzo de 1835, un viajero inglés de barba blanca definió con esas palabras su travesía por los Andes, a través de los pasos Piuquenes (Tunuyán) y Uspallata (actual Cristo Redentor). No fue un elogio lanzado al azar; con sus cuadernos y su amor por las piedras, el naturalista Charles Darwin ya llevaba cuatro años circunnavegando la Tierra, a bordo del Beagle. A casi dos siglos del periplo de Darwin, el alto valle del Tunuyán conserva la naturaleza virgen que cautivó al autor de El origen de las especies. Allí también late con fuerza la cultura de los arrieros y habitantes de la frontera; una forma de vida casi subterránea en nuestros días, pero que supo coexistir con valles y ríos sin echarlos a perder. El Portillo Argentino, a 30 km del Manzano Histórico, es el portal que conduce a este mundo. Hasta las inmediaciones de esta pequeña hendidura a 4.380 metros se puede llegar en vehículos (de doble tracción). De ahí en más rigen las leyes de la frontera; a pie o sobre una montura criolla. Un hogar cerca del río La senda baja por poco más de 15 km hasta el refugio Real de la Cruz, una especie de bar de La guerra de las galaxias, frecuentado por viajeros de los más diversos colores y olores. Esta construcción de dos pisos fue levantada por el Ejército en los años 40, como “Estación sanitaria de altura”. Actualmente está abierto a cualquier visitante, un poco librado al cuidado de quienes lo utilizan. Una gran sala con ventanas hacia el cercano río Tunuyán, catres y hasta ducha caliente (si funciona el calefón a leña) lo convierten en el alojamiento más confortable de la región. Es el único, además. los últimos veranos el Real vivió algo que podría llamarse un auge turístico, con el corral colmado de las mulas más selectas del Valle de Uco y una movida nocturna frecuentada por baqueanos, montañistas barbudos y gendarmes. Senderos que se bifurcan La ribera del Tunuyán superior, que corre con todo su caudal a metros del refugio, es una encrucijada de sendas casi secretas hacia algunos de los lugares más bellos de Mendoza. Un viajero dispuesto a deponer las comodidades de la vida urbana puede pararse de frente al ancho valle del río una mañana de sol, y elegir uno de tres puntos cardinales. Hacia el Oeste, cruzando el Tunuyán y remontando la bonita quebrada del río Palomares, una senda con siglos de historia lleva hacia Chile, cruzando por el Portillo de los Piuquenes. Por allí también se internan los montañistas que buscan el último gigante de los Andes, el Marmolejo (el cerro de 6.000 metros más austral del mundo), o el gran glaciar del Mesón San Juan. Hacia el norte del Real de la Cruz, caminando o cabalgando hacia la derecha, en pocas horas se llega a las nacientes del Tunuyán. Un impresionante glaciar cubierto por pedreros, de donde surge el agua de buena parte del Valle de Uco, trepa por varios kilómetros hasta las faldas del volcán Tupungato. La mole helada de 6.550 metros sobresale por encima de montañas vecinas como el San Juan o Alto, el Tupungatito y el Negro o Pabellón. Travesía hacia la Laguna del Diamante El camino que toma al sur, bajando junto al Tunuyán, es el menos transitado y el más sorprendente. La senda casi secreta que une el valle del Tunuyán con la Laguna del Diamante en San Carlos, unos 80 kilómetros hacia el sur, atraviesa un genuino paraíso de naturaleza y paisajes ajenos a la presencia humana. La travesía implica caminar durante entre siete y ocho jornadas y es preciso contar con alguien que conozca la zona, ya que la senda abandona el lecho del Tunuyán y no siempre es fácil de seguir. El montañista tunuyanino Eduardo Morsucci es un cicerón experto. Pisar esos valles y vadear esos cursos de agua es una empresa que tiene sus riesgos. Sobre todo de los ojos hacia adentro; las imágenes y sensaciones se adhieren a la corteza cerebral y allí se quedan. Por lo demás, bivaquear al aire libre y despertar bajo las estrellas, en la hora helada antes del amanacer, o acostumbrarse al relincho de los guanacos como banda musical de los atardeceres, no es una tarea sencilla. Pero alguien tiene que hacerla... Las crónicas históricas de un paso temido por los viajeros El camino que cruza a Chile atravesando el Portillo Argentino y el Portillo de Piuquenes (límite internacional) era una de las principales vías de comunicación entre los dos países en tiempos coloniales. Pero viajar no era tan sencillo como ahora. El escritor e historiador Pablo Lacoste cita una crónica jesuítica (rescatada por Patricio Boyle): “En 1699 recorrió este camino el jesuita Antonio María Fanelli y posteriormente dejó por escrito sus experiencias. Entre otras observaciones, se destaca la presencia de varias personas muertas a lo largo del camino debido al frío. Se trataba de comerciantes y correos. Se destaca también el peligro del camino, tanto por los precipicios como por las tormentas. ‘El camino es casi todo por las orillas de las cimas de las montañas, no más ancho que un palmo (20 cm) que forma una profundidad horrible’. En ese viaje se relata cómo cayeron al río varias mulas, motivo por el cual se perdieron libros, y cargamentos de yerba mate. También ‘pasaron unos padres de San Francisco y uno cayó al río’. El religioso se salvó porque le arrojaron un lazo, pero ‘la mula que montaba se ahogó en ese lugar’. El autor comenta que en ese camino ‘no pasa un año en el que no suceda una desgracia’. En otra parte del relato se explica que ‘este viaje se hace en pocos días, pero yo de buena gana haría un viaje de muchas leguas, sea por mar o por tierra, para no pasar la cordillera con riesgo de no perder la vida’. El paso tunuyanino también fue uno de los que utilizaron las tropas de San Martín para cruzar la cordillera en 1817. En este caso el objetivo era distraer la atención de los realistas, mientras la mayor parte del ejército cruzaba por otros pasos. El autor Gerónimo Espejo, que fue Ayudante del Estado Mayor del Ejército de los Andes y luego general, menciona el paso en su crónica El Paso de los Andes (Ed. Kraft, Buenos Aires, 1953): “El capitan de caballería don José León Lemos, comandante del fuerte de San Carlos, con los 25 Blandengues que formaban su guarnición, desde setiembre que se retiraron a sus tolderías los indios y caciques pehuenches después de su parlamento con San Martín, tuvo órden de situarse de avanzada en el valle de ‘Los Chacayes’, camino de El Portillo, que es la segunda ruta principal del tráfico con Chile en tiempos normales. Y como el derretimiento de las nieves suele empezar en octubre ó noviembre, fue reforzado con un piquete de 30 milicianos del regimiento de San Carlos y dos oficiales, para que vigilara todo movimiento del enemigo por esa parte. Mas para que se tenga una idea de la clase de servicio que las milicias prestaban en ese entonces, y en especial de las combinaciones estratégicas que el general preparaba, vamos á insertar un oficio que original se conserva en el Archivo del Gobierno de Mendoza. ‘Necesito (dice) que á la mayor brevedad me facilite V. tabaco, papel, vino y un poco de aguardiente, efectos indispensables para el repaso de la cordillera y tiempo que debemos subsisitir; y faltando estos artículos, que es el único pré de las milicias, no será extraño que procuren desertar- Se lo comunico a V. para su inteligencia y gobierno.- Dios guarde a V. muchos años. Melocotón, enero 28 de 1817.- JOSE LEON LEMOS.- Señor Comandante General de la Frontera’. “Este capitán, de quien no habla el Diario del Estado Mayor porque ni él ni su tropa se hallaban en el campamento, tenía sin embargo, instrucciones del General para atacar en los primeros días de febrero por el cajon del Río Maypo, la guardia que en tiempos ordinarios ocupaba el resguardo de aduana en el punto de San Gabriel, que dista 16 leguas de Santiago”. Lemos cumplió con la misión, pero no hubo combate porque los realistas abandonaron la posición. Otra crónica sanmartiniana, las Memorias del general Miller (Emecé, 1997), deja claro que no fue un picnic: “Mientras el ejército de los Andes estuvo en Mendoza, el capitán entonces y ahora coronel O'Brien, se mantuvo destacado en el Portillo con treinta hombres, de los cuales murieron once por lo riguroso del tiempo. Este coronel permaneció en aquel punto por espacio de seis meses”. /NG Habitantes del Valle El Yagua. Su verdadero nombre quedó desdibujado junto con su vida anterior. Este bonaerense de barba gris que hizo de El Manzano su pago es la prueba viviente de que -como dice una canción- "el hogar queda donde uno es feliz" y no siempre donde uno nació. Siempre con una sonrisa en la cara, nunca se cansa de llevar viajeros montaña arriba en su viejo Land Rover ni de conversar sobre la zona. Vivió la euforia de ser parte del rock en la platense tierra de Virus y de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Sobrevivió (bastante) entero a la sicodelia, conoció Tunuyán y devino todo un puestero. Leo Rodríguez. Montañista pertenenciente a la subespecie "invernal y solitaria". Suele pasar semanas en el Valle del Tunuyán y sus montañas cuando hasta los guanancos eligen zonas más templadas. Como un yeti pero morocho y amigable. Eduardo Morsucci. No tiene 35 años y ya podría recorrer la zona con los ojos vendados y cruzar cualquier curso de agua con la facilidad de un pato (algunos dicen que tiene pies membranosos y de tres dedos). Pero su hábitat preferido es la cocina. Coordenadas Cerca de 95 kilómetros a pie es lo que demanda la travesía entre el Portillo Argentino y la Laguna del Diamante. Son 7 u 8 jornadas, y la altura no supera los 4.000 metros. Una alternativa más sencilla es caminar hasta el Real de la Cruz desde el Portillo Argentino (hasta allí se llega en 4x4, desde el Manzano Histórico). Son unas 7 horas, y se recorren cerca de 15 kilómetros caminando o a caballo. Desde el Real se pueden visitar las nacientes del Tunuyán o cruzar a Chile. Escrito por Nicolás García [email protected] |
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Septiembre 2021
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